Por: Josemi.
El sábado, visitó el pabellón del COBISA, un IBI que no tenía parecido alguno con el pájaro. Era un equipo compuesto de siete jugadores, al parecer no venían más, pero bajo la batuta de LIBERTAD, su entrenadora, pusieron en apuros a un COBISA, que si no brilló, sí fue eficaz.
Un partido donde un tal Luis Tejero, del equipo alicantino, portaba a la espalda el número 7, y casi él solo le hace otro tanto al COBISA.
Pero no cabe duda que el equipo de casa, supo aguantar la constante presión del visitante, y por más que Mario intentara hacer de las suyas, o Raúl Solano lanzara estrellas fugaces contra la portería de este equipo de la provincia del turrón, no había manera de despegarse ni en el juego ni en el marcador.
Un enorme José Antonio, con el 16 a la espalda, Parro destacando regates para cabrearse si te los hacen, y el espléndido portero que resulta ser JONA, el más destacado del partido, fueron incapaces de relajar al público distanciándose en el marcador. Luis Tejero, el chico del IBI, tenía envuelta en hielo a la afición y al COBISA F.S.
Todo era tan aterrador, tanta era la presión que se presagiaba un final de los que hacen que te marches a casa echando cuenta de los puntos de tu equipo, el de los contrarios, especulando que si falla tal y gana cual, podemos salvarnos, que si esto es la repera y aquello pudo ser pero no fue. Una enorme sombra nos arropaba ante la incapacidad de desbloquear la situación, y en vez de rechazarla casi empezábamos a regocijarnos en ella.
Y no había reacción. Toda reacción conllevaba una acción del equipo azulón del mediterráneo, que nos dejaba el corazón revoleteando entre musarañas y pidiendo al cielo que esto no fuera a más.
Los tambores y cantos de la afición se mantenían sin que el resultado del juego y del marcador, animase a absolutamente a nada.
El COBISA ni siquiera especulaba, se mantenía haciendo bien lo que sabe, ante el oponente que se empeñaba en demostrar que tiene calidad para no estar peleando por no descender.
Puede que la segunda B, sea un purgatorio donde buenos y malos no juzgados, deben penar por pecados de pobreza o de errores innecesarios.
Se ganó por 3 a 2 goles, y los goles estaban a precio de oro, no era fácil ahorrar (jugar) para conseguir uno. Pero antes del resultado final, cuando quedaban minutos, largos como siglos, y el resultado era de 1 a 1, JUANKI (JUAN CARLOS BRAOJOS), el hijo de YOLANDA, dispone de una oportunidad quedándose sólo ante el portero rival, que desaprovecha cediendo el balón a su derecha, donde MARIO se trastabilla, y se pierde una ocasión de oro.
Yo, entonces juro en arameo, y le meto un viaje mental a JUANKI, que lo mando al polo norte en bañador y con un abanico, y aún eso, me parecía insuficiente. Recapacito y pienso que la pasión me pierde, e imagino al pobre capitán tiritando y rompiéndosele los dientes con el castañeteo. Y en estas estaba, cuando aun paso de alguien llega el “capi” (nótese que ya utilizo frases más cariñosas) y mete un gol porque estaba donde tenía que estar. La cara de pingüino era la mía después de haber pensado así de él. Y pasé de cara de pingüino a cara de tonto cuando llegan los de azul cielo y nos empatan.
Poseído por la rabia y la congoja del merecido gol del visitante, me quedo sin defensas en el ánimo. Y ya soy víctima de los peores augurios (vamos que estaba yo como una cabra emocional), la de irme a casa haciendo cuentas.
Y como en la películas clásicas y maniqueas de buenos y malos, al final llega el invencible, el noble, el eternamente joven, el soldado luchando contra el sol, el canalla que las enamora, el hombre impasible el de la sonrisa más sincera que he visto, esa sonrisa que conserva de haber sudo un niño bueno toda su vida, de la mirada franca y clara, el hombre bolígrafo de la historia del COBISA, el enorme JUAN CARLOS BRAOJOS, EL ETERNO CAPITÁN COBISA (los americanos tienen su capitán, pero este es de verdad), ese al que apenas unos minutos antes había mandado, por ser generoso a visitarme a los polos. EL “CAPI”, que con su golazo número tres del partido, me inundó los ojos de humedad y me puso un nudo en la garganta, y liberó corazones y gritos, y hizo feliz a hombres mujeres y niños, y hizo más COBISA al COBISA que nunca. Y no fueron los goles, lo grande, de este muchacho, es el trabajo fino e incansable que hace siempre.
Sé que soy injusto con el resto del equipo, porque todos hicieron un trabajo admirable, y no digo el del buenazo de JONA que estuvo a un nivel de diez y medio, y que sin sus increíbles paradas, los goles de SOLANO Y JUANKI, no hubieran servido para sumar tres puntos.
El IBI perdió porque era necesario para los planes de COBISA, pero merece salvarse después del trabajo que hizo ayer.
Mientras tanto, QUIQUE SOTO, hace sus cuentas para el próximo partido, porque hasta que no podamos decir muy, pero que muy fuerte NOS QUEDAMOS, QUIQUE tiene que seguir tejiendo victorias.