EL RINCÓN DE JOSEMI
Cuando uno se pone a meditar sobre las cosas, termina por descubrir que sabe menos de lo que se precia en conocer de ellas. Se suele, cuando se habla de fútbol, recitar jugadores, alineaciones, dar impresiones sobre lo que se debió o no hacer en un momento dado de una jugada escogida, soliendo enmendar la plana al entrenador que no acaba de entender el partido que se está jugando, y no coloca a los jugadores adecuados, es lo que se llama saber de fútbol.
Confunde, el pensante, el deporte llamado fútbol con los datos, no hace una definición de dicho deporte, y se conforma con el sortilegio o la fórmula metafísica incuestionable “ESTO ES FÚTBOL”, y todo queda explicado de forma axiomática, incuestionable, y ya no hay nada más que decir. Todo ha quedado resumido para los que entienden. Naturalmente, Los demás, o al menos yo, nos quedaremos in albis.
Es entonces cuando aficionados como yo, de baja categoría y conocimientos, quedamos fuera de juego (¿ven? Ya voy usando términos conocidos en este mundillo), mi memoria y experiencias no me permiten exponer, para contradecir, opiniones al carecer de datos o de memoria de ellos, y debo quedarme en el rincón del observador oyendo exposiciones y técnicas que me dejan abrumado, desanimado en mi deseo de llegar a entender e incorporarme a la enorme legión de sabios que acogen las gradas y el ateneo de las barras de los bares.
Cuando estos entendidos insultan, convencidos además de que el improperio es de justicia, a jugadores propios y extraños, o al entrenador de su bando y del contrario, se me desmoronan los conocimientos atesorados hasta ese momento, y vuelve a germinar en mí ese sentimiento de orfandad que padezco de forma habitual, cuando de fútbol se trata. La conversación con otros ya se me hace difícil y balbuceo ante mi inevitable exhibición del escaso conocimiento con que puedo adobar mis opiniones.
Habito en tierras de desolación, y me esfuerzo, como con las matemáticas en otro tiempo, en saber para poder integrarme en esa sociedad tan elitista que es la de los aficionados del fútbol. Sociedad muy abierta y poco exigente, en cuanto a su selección, para con los socios, infinita diría yo, donde para integrarse basta conocer unos cuantos nombres claves y exhibir tales datos con voz firme. Es entonces cuando surgen como setas otoñales (venenosas o beneficiosas) quienes le contestan apoyando su criterio o desmontándoselo con otra ristra de anécdotas, nombres, fechas, partidos, en la que uno queda tan abrumado por tal conocimiento, que opta por la sabia decisión de guardar, una vez más, un oportuno y acobardado silencio, y afirmar la razón del otro sin ningún convencimiento pero con severo movimiento de cabeza afirmando cuanto escucho , ya que cualquier contradicción te eleva al altar de la ignorancia del que nunca podrás retornar, pues siempre serás recordado por ello, para ser inmolado o cargarte el sambenito inquisicional de estar en otro bando, sin saber bien a qué bando se refiere, pero del que ya no podrás regresar, a pesar de que en el otro bando tampoco te aceptarán, porque a quien mentaste y cuanto dijiste no era exactamente como lo mentaste y dijiste.
Un tanto abochornado, corrido, deprimido, me lleva al duro planteamiento de abandonar el fútbol definitivamente. Nunca conseguí aprobar las oposiciones que son exigidas para ser espectador y tener opinión sin que ello suponga exponerme al escarnio de otros opositores que debieron aprobar dichas oposiciones con números muy altos.
Pero existe en mí un espíritu cabezón, obstinado y por tanto ignorante que me arrastra a las gradas aún exponiendo mi integridad física y psicológica, porque yo lo que quiero es ver el fútbol, la pasión de los jugadores que viven en un aparte mientras están en el terreno de juego, que portan un número en el dorsal de su camiseta que no significa nada para mí. Y disfrutar de ello como si leyera un libro, en silencio, meditando y sintiendo el sudor y el esfuerzo de uno y otro jugador, el que defiende y el que ataca, el de la camiseta blanca contra el de la negra y viceversa. Enamorado de las jugadas de ajedrez que creo interpretar, compartiendo y tratando de comprender el sueño de los héroes que aspiran a dejar esta categoría por otra, donde el dinero no siempre importa (que importa y mucho, mucho), estos gladiadores que deben sacrificar días de fiesta, comilonas, excelentes y refrescantes combinados de alcohol, y esforzarse en correr sin que nadie les persiga para ser mejores en su puesto. Aquí no vale la suerte de un bello gol para consagrarte, aquí debes vaciarte en cada momento, para que los sabios de las gradas le incluyan en sus narraciones épicas o en sus detracciones más intensas. Porque así se escribe la historia, una cosa serán los hechos y otra la que los cuenten, según el lugar de la grada en la que esté el presente futuro historiador.
Pero, tras reflexionar sobre esto del fútbol, y en mi esfuerzo por ser admitido, como dije anteriormente, en la Real Academia del Graderío, me acabo por convencer de que nuca podré ingresar, mis conocimientos se basan fundamentalmente en los chavales que buscan la gloria, en sus móviles y en sus esfuerzos, en su trabajo, y en el dolor que les provoca un error de un mal día, que no marcó el gol, que pudo salvar al equipo, y ello le marca a fuego y le duele.
Al final me convenzo de que soy un humanista en esto del fútbol, y que en la grada, se habla del momento, del instante, del hecho histórico que acaba de producirse, y me desmorono, nuevamente, al saberme excluido del club tan inmenso de de socios.
Luego, cuando regreso a casa, me consuelo pensando que la historia y los culos tienen sus momentos, y yo no puedo quejarme, aunque no pueda compartir, como desearía mis escasos conocimientos, por lo disfrutado.
No entiendo como hay tanta sabiduría derrochada inútilmente en la gradas, cuando serían auténticos héroes en los banquillos o en el terreno de juego. Es entonces cinado me viene a la cabeza la frase que lo explica y justifica todo “ESTO ES FÚTBOL”, y me quedo más tranquilo, porque comprendo sin comprender nada, pero es suficiente.
Por eso escribo esto, aunque esta situación no se me produzca solamente con el fútbol, pero ese es otro cantar, que esta reflexión era sobre este honorable y famoso deporte. Si se me entiende.