Se ha puesto su traje de azucena, el rostro impasible y decidido hacia el infinito.
Los ojos de cuanto le conocieron se llenan de sal, y el aire que respiran se vuelven azulejos de melancolía.
Ha cogido, su corazón, el tranvía del infinito en un sueño sin despertares. Lejos quedan los mares y las luces de los amaneceres. Entre los valles queda el viento de su paso por entre nosotros, llenos de agradecimiento y de amores.
El S.A.D. TOLEDO, nació por sus desvelos, y creció imparable entre sus manos llenas de quehaceres. Pergeñando un futuro al que le quiso poner traje de infinito. Y ahí sigue, entre peñascos y avatares, pero luciendo el verde de su camiseta contra toda adversidad. Le impregnó de futuro, le colocó en el bosque de la competición, y como buen hombre que era, borro del vaho de los espejos su nombre. D. JUAN JOSÉ, nunca presumió de sus logros y llevó con humildad los éxitos que todos conocen y a los que el tiempo fue borrando. El presente es a veces desagradecido.
Ya es armiño y ángel. Ya su pasado se desgrava en el recuerdo de quienes le conocieron, ya va en el río en el que todos deberemos navegar, como guerrero desarmado hacia la luz de la inmortalidad que nos da la muerte.
Aquí se quedan sus hijos, sus nietos, sus amigos y lo que de él supieron por sus distintas y exitosas facetas. Lágrimas van haciendo el camino hacia la eternidad de D. JUAN JOSÉ. Lágrimas que otrora fueron de alegría entre los suyos, son ahora las nubes del dolor por al arrebatamiento, siempre injusto, de alguien tan excepcional.
Me cuesta construir una frase que ahonde más en el dolor que se puede sentir, cuando seguramente, con el temple que debió caracterizarle, nos diría no es el momento de desesperar, pues le han salido alas para poder volar hacia el lugar donde no cabe más dolor. Porque no se ha ido para siempre, se fue su cuerpo mortal pero él anida en cada uno de sus seres queridos, protegido, abrazado, querido, y constantemente besado por quienes compartieron con él la vida.
La nana que le ha dormido sonará eternamente en los atentos oídos de JUAN JOSÉ. Y los ciegos, los que se dejan nublar por el dolor y la desesperación, no verán la sonrisa en su rostro de armiño cuando os contempla desde el infinito con el amor que siempre o tuvo.
No es un adiós JUAN JOSÉ, es un hasta luego, porque en el fondo nunca te habrás ido.
Muchas gracias
JOSEMI
Le tendremos siempre en nuestro corazón ❤ ♥
Palabras muy bonitas hacia su persona
El está entre nosotros un gran hombre educado ,muy atento tenía una luz especial.
Te quiero papa