Por Javier Fresneda Parra
Fotografía: Andrés Parra
No suelo hablar sobre mi equipo, el Socuéllamos y menos para DeporteCLM, donde tanto disfruto trabajando y viviendo el deporte de mi región. Pero muchas veces, es necesario romper con ciertos cánones y poder expresar lo que une siente desde dentro, porque es desde dentro cuando sabes lo difícil que es poder construir una nave capaz de llegar a puerto.
Socuéllamos siempre ha vivido el fútbol de una manera sencilla, acostumbrados siempre a la zozobra de un futuro incierto tanto en lo deportivo como en lo económico. Temporadas que se competía con lo poquito que se podía y con la gente justa en las gradas del Paquito Giménez, salvando la categoría en las últimas jornadas o descendiendo a falta de muchas jornadas y donde jugar en Tercera División era un lujo que en muchos casos se oteaba desde la lejanía.
Pasamos de la escasez a la abundancia de la noche a la mañana con el esfuerzo de una directiva encabezada por Jordi López, que con su esfuerzo pasamos de luchar por salvarnos en Tercera a jugar play-off a Segunda División sin darnos apenas cuenta de que nuestro sitio siempre había sido el barro. No nos dimos cuenta que tras volver a zozobrar, caímos al abismo (antes lo hubiéramos denominado el edén) de la Tercera y tras recibir tres varapalos (Salamanca, Mérida y Algeciras) supo sacar magia de nuevo de la chistera y volver de nuevo a esta categoría que antes era impensable. Costó tres disgustos y una pandemia, sí, pero se rehízo lo desandado tres años antes. La desilusión de los golpes provocó la reacción inversa a lo que normalmente ocurre: fue un estímulo y no se escatimó en esfuerzos para lograr estar en Segunda B.
El retorno a la categoría fetiche fue de lo más duro que se podía imaginar, gran parte de los partidos no se pudo contar con una herramienta indispensable para que la maquinaria pudiera funcionar: su público. La obligación de jugar con las gradas vacías por el virus rompía de alguna manera esa comunión que en los buenos y en los malos momentos provocó que el YUGO UD SOCUÉLLAMOS fuera la envidia de la región y que la palabra unión gozase de un significado que la RAE no dudaría en añadir a su diccionario. Sufriendo mucho, pero sobre todo con mucho esfuerzo se logró el objetivo. Una fase final épica, digna de estudio, obró el milagro de la permanencia en la ahora denominada Segunda RFEF. No nos dimos cuenta de lo que logramos, no supimos verlo y no supimos valorarlo. Tal vez es lo que tenga después de varios años donde nos han acostumbrado a vivir en la abundancia, que estos logros lo hayamos visto como una obligación suprema y moral y que lo normal es que al Paquito venga a jugar equipos como Badajoz, Murcia o Hércules.
Esta temporada ha acontecido algo que nos ha trastocado un esquema que creíamos intrínseco a este club. Unos jugadores emblema, piezas que sin ellas no se entiende este club han abandonado este barco por unos motivos u otros, pero que a nivel deportivo es un hecho que una vez debe ocurrir: Un fin de ciclo que era previsible que podía llegar cuando se marchan jugadores de la calidad e importancia de tu eterno capitán, Jacinto, Megías, Kike Domínguez o Ramón. A todos se nos rompió algo, nos cuesta asomarnos al Paquito y no verlos sobre el césped. Ya no eran jugadores, eran nuestra familia y no verlos con la azulona nos ha costado asimilarlo.
Ha tocado rehacer un equipo prácticamente nuevo, manteniendo a un técnico de la salvación, Josico. Se ha realizado un gran esfuerzo y se ha confeccionado una plantilla donde destaca la juventud pero con aprendizaje por delante. Un equipo que pese a todo lo que están viviendo en esta temporada vierten descaro e ilusión de sacar esta difícil situación para adelante. Es por ellos por los que hay que luchar de igual manera se hizo por los que se fueron. Es por ellos y por los que desde la sombra luchan para que el fútbol en Socuéllamos tenga relevancia a nivel nacional. Ellos luchan para que nosotros disfrutemos. Somos nosotros quienes debemos darle ese margen, esa palmadita para que todo vuelva a coger impulso. Todavía no es tarde. No para Socuéllamos, donde nunca se ha rendido.
Sepamos sufrir este momento como hemos disfrutado de otros antes. Son en estos momentos donde más nos necesitan. Sintamos de nuevo esa energía porque estoy seguro que volveremos a ganar y veremos como esta situación fue una tormenta de verano, que tras ella, salió el sol.